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Partially lost

La habitación había quedado deshecha, el sexo siempre era más potable cuando había drogas en el medio. Lo bueno de perder contacto con la realidad era que a veces el trabajo se ponía bueno, lo malo solía ser el desastre que quedaba en el departamento.

Los clientes nunca se quedaban a limpiar ni nada por el estilo. Al menos los clientes humanos, los clientes más auráticos o etéreos rara vez tenían contacto con la materia, la fornicación era algo relacionado con sus mierdas mentales, o algo por el estilo.

— Los tumores cerebrales — decía María — son la leche de los etéreos pudriendose dentro de tu cráneo.

María rara vez atendía clientes que no fueran de los humanos o de los etéreos. No porque no quisiera, sino que Neo-Argentina se había vuelto un lugar sumamente especista y no se aceptaban ninguno de los “animaloides” que había en otras partes del mundo. Básicamente Neo-Argentina era white trash y human trash.

Los etéreos eran un caso paradigmático, no tenían casi forma y casi no interactuaban con la materia, de hecho podías pasarte toda la vida ignorándolos y todo daría igual. La única razón por la que Neo-Argentina no se escandalizó cuando llegaron del espacio se debió a que ya había racismo de base en el sentido común Argentino. Básicamente los etéreos tan sólo fueron otro escalón más en esa mierda de identificación eurocentrista al que éste país siempre apuntó.

María miró la escena en la que se encontraba, la pantalla del televisor estaba en el canal de su cuenta bancaria. Todo estaba bien, había perdido la conciencia pero el cliente había pagado.

Se movió un poco para asegurarse que no la habían lastimado, que sólo había sido una fiesta salvaje pero no violenta. Tenía las piernas enredadas en las sábanas y la resaca no contribuía mucho, pero un fuerte olor la hizo entrar en sí.

El cliente de los viernes… una tragedia.

Ese tipo era todo un caso, María no recordaba haber tenido sexo con él. El tipo llegaba, sacaba su arsenal de drogas, escena perdida y luego despertarse con el cerebro licuado y la transacción realizada.

El problema es que el tipo tenía la costumbre de cagar en el suelo, en algún lugar de la casa. Era como su marca, lo que lo distinguía.

María se sentó en la cama, abrió un cajón de la mesa de luz, buscó una crema con mentol y se frotó un poco debajo de la nariz. Luego levantó un fragmento de la piel sintética de su muñeca y apretó uno de los botones.

— Hora jugar a la búsqueda del tesoro — dijo mientras su hyper-psiche se conectaba a instagram — . Voy a dejar de comprar pastillas, voy a ahorrar una montaña de criptodivisas y me voy a ir a la mierda.