Render del testimonio del acusado

Estuvo un rato así, catatónico. Era como un robot completamente desactivado.

Me recordó el sueño que tenían los Hyper-Rabinovich, esa raza de judíos aliens que aparecieron en la catástrofe del año 3000. Hace tiempo que ya no se ven por Neo-Argentina pero los más veteranos recordarán haber visto alguno de niños.

Para los que no los recuerdan o nunca vieron uno, esos seres se dormían y quedaban quietos en cualquier momento. Quietos pero duros. Podían estar así cinco minutos o cinco días.

Eran seres civilizados, Neo-Argentina era un lugar peligroso para ellos. Quizás por eso se fueron yendo.

Un poco fue por la sorpresa extraña, otro poco fue porque esa quietud me dio la suficiente seguridad como para recobrar la calma y volver de ese estado de pánico, la cosa es que finalmente recobré el sentido y mis cabales.

Estaba hecho un asco, tranquilamente podía haberme meado y no se habría notado. También estaba atrapado, había muy poca luz en ese contenedor de metal, apenas un poco que se filtraba sobre mi cabeza. A un par de metros podía ver una especie de escotilla abierta, pero no lograba ubicar ninguna escalera para llegar a ella. No sabía cómo carajo iba a hacer para salir de ahí.

Me levanté del suelo y desenterré la pierna de ese pozo mugriento, me dolía como la mierda. Me había doblado la rodilla y el tobillo, y estaba seguro había más. Al arremangarme el pantalón vi un corte bastante feo, habría sido producto de una lata o un vidrio roto metido entre toda esa podredumbre. Eso no era bueno, necesitaba limpiarla y cauterizarla de inmediato.

No podía ver nada, tampoco se podía escuchar nada que viniese de afuera, tan sólo la filtración del murmullo grave del Neo-Conurba.

Pensé en gritar, quería salir de ese lugar de inmediato, necesitaba pedir ayuda. Tomé aire pero decidí mejor no hacerlo, la idea de despertar del trance a mi secuestrador me erizó la piel.

Mi única opción era el localizador del Neuralink. Me concentré y lo intenté con todas mis fuerzas, pero no sentí ninguna antena cerca.

Sí, díganme conspiranoico pero se puede lograr. Ustedes me ven así porque sólo usan el implante según el manual de instrucciones. Yo no soy la persona promedio, soy algo un poco más avanzado. Si te concentrás podés percibir cosas que el común de la gente no puede ni imaginarse.

Pero no, esa caja de metal bloqueaba todas las señales. El tipo era listo, me tenía escondido en una jaula de Faraday.

No me dí por vencido y seguí esforzándome hasta que de repente noté una señal muy leve y distorsionada.

Crucé los dedos por que no fuera uno de esos etéreos que a veces se enredan en el campo electromagnético que generan los chips. Sí, lo hacen y te escuchan todas las transmisiones. La gente cree que son más avanzados porque no usan cuerpos de carne, pero al final son como bichitos de luz.

No, esto era otro tipo de señal, algo que parecía estarme pidiendo que me acercase con cautela, como de algo que se estaba escondiendo, algo sigiloso. Una señal rota que se identificaba con dificultad.

Intenté concentrarme para poder entablar alguna comunicación pero fue un gran error.

Inmediatamente me tomó un escalofrío que irradió desde la columna hasta la punta de mis dedos, un hormigueo en la lengua y luego una sensación de arena en la mandíbula que llegó hasta el cerebro.

Y después todas las sensaciones empezaron a confundirse más allá de las palabras y sentidos.

Perdí la vista y solo podía escuchar una especie de zumbido de estática. Todo se sentía como acariciar un papel de lija grueso. Mis pensamientos pasaron de lo literal a lo abstracto, luego a lo numérico y algebraico, para terminar convirtiéndose en basura encriptada. Ruido neuronal.

Lo siguiente que recuerdo fue algo frío en la cara. El pómulo sobre algo duro y liso. Luego las costillas y las rodillas adoloridas, apoyadas sobre esa misma superficie.

Con mucho esfuerzo y ayuda de ambas manos logré ponerme en cuatro patas sobre lo que parecían ser los cerámicos de un baño que se me hacía conocido.